Cuando se habla de las finanzas personales es normal “entender” que estén fuera de control, pero la verdad es que es muy fácil recuperarlo y organizarse. Hay una premisa súmamente importante que todos conocemos pero casi nadie aplica: si no se tiene para ahorrar, no se tiene para gastar.
Al tener esto en mente, automáticamente todo cambia. Hay que hacer, por supuesto, un plan estratégico para tomar decisiones en cuanto a las cosas en las que invertimos y en aquello que descartamos de nuestro estilo de vida.
Si hoy no se puede comprar, no te detengas. Puedes alcanzar todo aquello que desees si realmente te dedicas a ello. Como todo en esta vida. Sólo necesitas organizarte, hacer un presupuesto, tener un plan de acción y esforzarte en ahorrar poco a poco.
Restructúrate
Tu economía no tiene por qué sufrir las consecuencias de una desorganización. Establece un plan y ten tus metas como prioridades. A partir de ahí, ajústate para poder alcanzarlas. No inviertas en una cuestión que vaya a generarte problemas, más bien adáptate y dedícate a ahorrar. Cada día puedes dar un paso, y si hay alguna crisis, recurre a tu fondo de emergencia y continúa. Restructúrate y mantén tus finanzas bajo un orden que tú quieras, que tú apoyes y que tú controles.
Contrólate
Tu economía siempre va a ser tentada. Día a día va a verse seducida para salirse de control. Depende de ti, de tu plan y de tus metas si te dejas conquistar o si mantienes una estructura.
Un día puede que vayas a una tienda y veas una oferta que te incite a comportarte de manera incorrecta e ir en contra de toda tu inversión. Pero tú sabes qué hacer. Una oferta no es una invitación a hacer una compra.
¿Qué hacer en ese caso?
Sólo debes preguntarte si realmente te hace falta o si te aporta algo. Si no lo necesitas, no lo pienses dos veces. Un gasto redundante afectará tus ahorros y tu plan, así que contrólate y sigue tu plan.
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